El peligro de los agroquímicos
Los agroquímicos son tóxicos que ponen en peligro constante las sociedades. Según un informe, el veneno y la deforestación de bosques serían las causas del Dengue.
Existen dos grandes grupos de agroquímicos, los plaguicidas (pesticidas y herbicidas) empleados principalmente para matar hierbas, insectos y/o animales considerados dañinos para los cultivos y plantaciones y los fertilizantes y aditivos que son aplicados para maximizar los rendimientos de cosecha y mejorar su calidad.
Existen dos grandes grupos de agroquímicos, los plaguicidas (pesticidas y herbicidas) empleados principalmente para matar hierbas, insectos y/o animales considerados dañinos para los cultivos y plantaciones y los fertilizantes y aditivos que son aplicados para maximizar los rendimientos de cosecha y mejorar su calidad.
Ambos grupos pueden contaminar suelos y aguas superficiales y subterráneas, causando también la intoxicación de seres vivos, incluido el hombre, ya que en el caso de los plaguicidas actúan por igual contra todos los seres vivos.
El hombre se ve particularmente afectado cuando es el encargado de manipular estos productos para incorporarlos al suelo o a las áreas de cultivo. En general los que aplican estos productos son mano de obra que no está capacitada en el manejo de agroquímicos y desconocen sus potenciales peligros, además se encargan también de las tareas de lavado de la indumentaria utilizada de los bidones y maquinarias.
El problema se acentúa en el momento en que se realiza un mal manejo de los envases tanto de fertilizantes como de plaguicidas. Los envases constituyen un serio problema para el ambiente, su mal manejo, la disposición inadecuada y sin control alguno, ya que suelen reutilizarse y lavarse en fuentes naturales lo que provoca una contaminación directa y doble del suelo y el agua, como así la exposición a daños irreversibles para la salud del productor y su familia.
Su relación con el dengue.
El hombre se ve particularmente afectado cuando es el encargado de manipular estos productos para incorporarlos al suelo o a las áreas de cultivo. En general los que aplican estos productos son mano de obra que no está capacitada en el manejo de agroquímicos y desconocen sus potenciales peligros, además se encargan también de las tareas de lavado de la indumentaria utilizada de los bidones y maquinarias.
El problema se acentúa en el momento en que se realiza un mal manejo de los envases tanto de fertilizantes como de plaguicidas. Los envases constituyen un serio problema para el ambiente, su mal manejo, la disposición inadecuada y sin control alguno, ya que suelen reutilizarse y lavarse en fuentes naturales lo que provoca una contaminación directa y doble del suelo y el agua, como así la exposición a daños irreversibles para la salud del productor y su familia.
Su relación con el dengue.
El matutino Página 12 publicó esta semana una nota sobre el agroquímico más utilizado, el glifosato. En la nota se hace referencia a un trabajo del ingeniero agrónomo Alberto Lapolla donde advierte y vincula la epidemia de dengue con la sojización, ya que el glifosato es el agroquímico utilizado para mantener a raya las amenazas que pueda sufrir la soja transgénica.
Parece que las zonas de invasión y epidemia de mosquitos de las especies Aedes y Culex, vectores de la fiebre amarilla y el dengue, equivalen al mapa de la soja donde se fumiga con el herbicida glifosato, y sus equivalentes, 2-4-D, Atrazina, Endosulfán, Paraquat, Diquat y Clorpirifós.
Según el informe, estos venenos, más la suma de la deforestación de nuestros bosques y montes, matan a los predadores naturales de estos mosquitos (peces, sapos, ranas, escuerzos, etc.) y destruyen el equilibrio natural de su hábitat dando como resultado el aumento sin control de sus poblaciones.
El uso de plaguicidas y sus efectos sobre la salud y el ambiente es un tema crítico identificado por Organismos Internacionales especializados en temas ambientales. Un informe de Geo América Latina y el Caribe 2000, señala como uno de los temas prioritarios la contaminación con agroquímicos y la necesidad de reducir la exposición a sustancias tóxicas en la industria, agricultura y ganadería. Asimismo la Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que en el mundo se producen anualmente entre 3 y 5 millones de intoxicaciones agudas por plaguicidas y mueren por esta causa más de 200 personas.
Los modelos agrícolas basados en el monocultivo, como sucede en nuestro país, determinan un mayor uso de plaguicidas, empeora la situación socioeconómica de las poblaciones rurales y dilapida la soberanía alimentaria de la región.
Sus orígenes
Durante la Segunda Guerra mundial se descubrió que muchas de las armas químicas utilizadas podían usarse como plaguicidas. Así fue como se maximizó su uso agrícola en todo el mundo y se transformó en el estandarte de la llamada “Revolución Verde” que comenzó en los años 60 nombre que se le dió al incremento significativo de la producción agrícola en México a partir de 1943, y que luego se extendió a diferentes países del Tercer Mundo, como consecuencia de la utilización masiva de fertilizantes, pesticidas y herbicidas y del empleo de técnicas de manipulación genética. El modelo económico neoliberal incentivó a los sectores exportadores agrícolas y forestales de América Latina y a la importación y uso de plaguicidas, muchos prohibidos en países del norte y Europa debido a su alta peligrosidad.
Alternativas
Hoy la agricultura orgánica prescinde de agroquímicos ya que se basa en el manejo ecológico de suelos y en la protección de la biodiversidad, así nacen diferentes estrategias y técnicas de manejo para que se adapten a cada situación en particular.
Las prácticas tradicionales como la rotación y la asociación de cultivos con la utilización de abonos orgánicos y autoproducción de semillas locales es otra de las grandes alternativas para evitar el uso de estos venenos.
Por: Natalia Fialkowski
PortalBA.-
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