Facebook
tiene un fin de año un tanto movido. Muchos son los usuarios que alzan
la voz en contra de los caprichos de un algoritmo que pocos entienden.
Se sienten manipulados por la información sesgada,
magnificada y subjetiva que esta red social proporciona. Normal, cuando
nuestro muro se ve bombardeado cada día por un contenido que se supone
“personalizado” y que poco tiene que ver con nuestros gustos.
Pero Facebook no se conforma con filtrar el contenido, sino que lo censura. Algunas publicaciones se quedan sistemáticamente en el banquillo. Frente a esas acusaciones, más le valdría a Facebook reaccionar rápido si no quiere perder su credibilidad, precisamente ahora que pretende hacerse un hueco en el jugoso mercado de las ofertas de empleo. Un sector donde la objetividad no tendría que ser una opción facultativa.
Fuente: ¿Se interesan en serio los políticos por la tecnología?
La noticia fue recibida como un jarro de agua fría. Los grandes de Silicon Valley han mostrado su sorpresa y, digámoslo sin tapujos, su preocupación
por la nueva presidencia de Donald Trump. Si la tecnología destaca por
su continua evolución y adaptación a diferentes públicos, demandas y
entornos, las ideas expresadas por el presidente durante la campaña chocan frontalmente con esta visión abierta del futuro. De allí que los ejecutivos, inversores y trabajadores del sector muestren cierto malestar.
El problema de muchos gobernantes es que no le prestan atención al campo de la tecnología porque, por lo visto, no la comprenden.
Marc Benioff, fundador y CEO de Salesforce.com recomienda que se
imponga la figura de un Ministro del Futuro en todos los gobiernos.
Desgraciadamente, no parece que la revolución tecnológica ocupe el sitio
que se merece en los programas de la mayoría de los partidos. Tal vez
sea esa la razón por la que Putin felicitó a Donald Trump por su
victoria mediante un telegrama. Si fue un gesto de provocación, humor o un visible rechazo a la mensajería instantánea, es algo que no sabemos.
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⟴Los temibles tijerazos de Facebook
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Facebook
tiene un fin de año un tanto movido. Muchos son los usuarios que alzan
la voz en contra de los caprichos de un algoritmo que pocos entienden.
Se sienten manipulados por la información sesgada,
magnificada y subjetiva que esta red social proporciona. Normal, cuando
nuestro muro se ve bombardeado cada día por un contenido que se supone
“personalizado” y que poco tiene que ver con nuestros gustos.
Pero Facebook no se conforma con filtrar el contenido, sino que lo censura. Algunas publicaciones se quedan sistemáticamente en el banquillo. Frente a esas acusaciones, más le valdría a Facebook reaccionar rápido si no quiere perder su credibilidad, precisamente ahora que pretende hacerse un hueco en el jugoso mercado de las ofertas de empleo. Un sector donde la objetividad no tendría que ser una opción facultativa.
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